Yo de pequeño era
un empollón.
Vivía instalado cómodamente en el nueve y medio y, a modo de desafío, luchaba encarnizadamente por sacar el diez y ser el primero de la clase.
Académicamente hablando, todo era un camino de rosas y no se me
resistía nada, con lo que mi autoestima estudiantil hasta llegar a la universidad
era odiosamente alta.
Y entonces llegó
el batacazo.
Va a ser verdad
aquello de que cuanto más alta es la subida, más fuerte es la caída, porqué al
diez se le cayó el uno, y el cero patatero se instauró rápidamente como nota dominante en mi
expediente.
Hubo una
asignatura en particular en la que el cero, que no era patatero sino con asterisco, era
el que más me dolía con diferencia. Se llamaba Álgebra y Geometría y, capitaneada por M.Àngels Puigví, tenía
la extraña peculiaridad de ser una asignatura de matemáticas donde se usaban
más letras que números. Que si landa, que si gamma, que si kappa.... Con tanta letra, la Puigví, que sin duda alguna es de la escuela “La
Más Grande”, tuvo el mérito de enseñarnos algo que va mucho más allá de las matemáticas y que hoy intento aplicar, no negaré que con cierto orgullo, cada día de mi vida: organización,
razonamiento y rigor.
El lector más
fiel ya sabrá por las últimas entradas de Coure y Cocina Hermanos Torres que
acabé aprobando esa asignatura y que años después entré el departamento de matemáticas
como becario y más tarde de profesor. Hoy en día, desvinculado totalmente de la
escuela, nos seguimos encontrando de vez en cuando con “la Jefa” y “el Boss” a
quienes, pese haberme hecho sufrir como a un cabrón durante unos años de mi
vida, aprecio con todo mi corazón.
El caso es que la
última vez que nos vimos, hace ya unos meses, comentamos que habían pasado
por delante de la Granja Elena más de una vez y que nunca habían
entrado.
Así que decidimos que la próxima vez que quedáramos, nos veríamos allí.
Lomo de ternera marinado. El entrante perfecto. |
Hay que tener en
cuenta que La Granja es un sitio pequeño, de gestión 200% familiar, en el que
las mesas están bastante cerca la unas de las otras y que, además, no es apto
para cenas románticas, sobretodo porque no se sirven cenas. Entre semana,
abren solo para desayunos y comidas, y los sábados sólo para desayunos.
Judías del ganxet con pato. Excelentes. |
Una vez aceptadas
las condiciones de contorno de tiempo y confort, sobra decir que en la
Granja Elena se come muy bien.
Bacalao. Sin palabras. |
Steak Tartar con helado de mostaza. |
A la Granja Elena he ido en unas
cuantas ocasiones y nunca le he encontrado ni un pero. Además, Borja, el
cocinero a quien no conozco personalmente pero sí sigo por la redes, es manifiestamente
perico, cosa que le hace mejor persona. Sin su permiso, me haré mío un tweet suyo que va como anillo al dedo para el colofón de estas tres Crónicas Euclídeas:
No podría estar más de acuerdo.
"Lo mejor que le puede pasar a un alumno es cerrar el círculo e ir a dar clase en la escuela que le ayudó a formarse".
Tarta de chocolate que se come sola. |
La cuenta para
dos. Fui con mi mujer este verano y no tardaré en pinchar a M.Àngels y a Sergi.
A día de hoy ya no soy empollón.
Lo de repelente, imagino que costará más de sacar.
Lo de repelente, imagino que costará más de sacar.
Granja Elena
Passeig de la Zona Franca,
228.
Barcelona
933 32 02 41