BiBo Dani García Madrid, Pepu, Jota y el dúo de rap



Hubo alguien que un día, hace casi veinte años, decidió que a mi nombre de pila le faltaba punch y me empezó a llamar Pepu.

Por aquel entonces, época en la que los teléfonos no admitían más de 8 caracteres para guardar un nombre y la abreviación era de obligado cumplimiento,  mi sobrenombre artístico corrió como la pólvora y, a día de hoy, hasta mi mujer me llama cariñosamente así. Sobra decir que cuando se cabrea conmigo, que no pasa casi nunca, el bisílabo átono resulta ser un nombre estupendísimo para pronunciar de una tacada.

El caso es que, por aquello de que los amigos de mis amigas son mis amigos, descubrí que esto de los motes con cariño era más común de lo que yo había imaginado y resultó que la pareja de una de las mejores amigas de Susana, pues también tenía un nombre: Jota.

Y, en aquellos tiempos en los que en el inicio del noviazgo todo era bonito, alguien, que no tenía nada más que hacer y al que seguramente nadie le dedicó un mote bonito en su vida, decidió pasarse de gracioso y entonó algo así como “ hoy conoceremos a Pepu y Jota, el dúo de rap”. 

Y rap pues no, porque no sabríamos ni por donde empezar uno, y eso que Jota se dedica profesionalmente a gestionar los locales de ensayo El Rompeolas. Lo que sí es constatable, irrefutable y una verdad como un templo es que Belén, Jota, Pepu y Susana son, después de doce años, un cuarteto más sólido que una piedra, que ni la distancia que hay entre Madrid y Barcelona es capaz de desafinar. 

Así que, a parte de la cita estival de cada verano, intentamos juntarnos un par de veces al año y este mes de julio hicimos las maletas y nos fuimos de expedición a Madrid en AVE que, cosas de la vida, llegó tarde a su destino. Y ese, queridos lectores, es el punto de inflexión que marca esta historia, porque para celebrar que el compromiso de puntualidad de Renfe se cumple y que, por los 22 minutos de retraso, nos devolvieron el 50% de los billetes (que es una pasta), fuimos a cenar los cuatro adultos y las dos niñas al BiBo del televisivo Dani García, cosa que en ningún momento entraba en nuestros planes iniciales de viaje.

Dani García, que ya hace casi un año que sale por la tele en sustitución de los Hermanos Torres, es poseedor de tres estrellas Michelín en su restaurante de Málaga y, con un par de pebrots (como se dice por aquí), cerrará en breve ese restaurante para dedicarse a sus otros BiBo, a los Lobito de Mar y a no sé cuantas cosas más.


Con esa premisa, la de hacer lo que le apetece, no es de extrañar la filosofía festiva y rompedora del BiBo Madrid, con un enorme comedor lleno de bombillas, un globo aerostático en medio de la sala y un baño insonorizado en el que solo se oyen pajaritos y del que Anna y Julia, #lamorritofino y su amiga madrileña, no querían salir buscando al ruiseñor en el techo.

Llegamos pronto, nos acomodaron como unos reyes, a las pitufas las trataron como a señoritas y ellas se comportaron cómo tales. Es algo curioso que ya hemos observado en varios sitios y sobre el que algún día reflexionaré largo y tendido, pero igual que a los adultos nos gusta que nos hagan más o menos caso en el restaurante, a los niños, o como mínimo a nuestra hija, pues también. Cuando vamos a ciertos sitios, siempre tenemos nuestras reservas por si en algún momento la presencia de una niña pequeña podría incomodar a alguien, pero resultan ser los sitios dónde se porta mejor y eso es sin ninguna duda porque el personal de sala hace muy bien su trabajo.

Uno de los detalles para las peques

Como ya nunca iré al restaurante de Málaga, aprovechamos para probar unos cuantos Clásicos de Dani García que tienen en la carta, cómo el gazpacho de cerezas, el milhojas de foie o el brioche de rabo de toro y clásicos del BiBo como la ensaladilla con huevos de codorniz, la famosa y comentada hamburguesa que versionó para McDonalds o las croquetas, rebozadas con tempura. 

Gazapacho de cerezas, el clásico. Buenísimo.

Ensaladilla con huevos de codorniz

Croquetas, con rebozado de tempura
Brioche de rabo de toro. 

La hamburguesa BiBo, pero no la de McDonalds.
De postres, reventamos con un pastel de chocolate fuera de serie y, cómo se suele decir, por las niñas, dejamos que nos hicieran un helado con nitrógeno líquido.

Tarta de chocolate. Un escándalo
El helado que te hacen delante con nitrógeno

La cuenta para cuatro glotones y dos pequeñas, que participaron en su justa medida al ágape. Comimos más platos que lo que he colgado en fotos.



Salimos encantados, comprobando que en Bibo hay sitio tanto para familias que viajan en taxi para siete, como para parejas con estilo a las que les abren la puerta de su Lexus en la entrada.

Le busco símil en Barcelona y solo se me ocurre algún local de Albert Adrià, en concreto la Bodega 1900, al que iremos cuando Belén, Julia y Jota vengan a Barcelona y, por qué no, nos marquemos un rap.

BIBO Dani García MADRID
Paseo de la Castellana, 52, 28046 Madrid