Interrumpo las crónicas de ir a comer con niñas, justo para abrir este episodio de ir a comer sin ellas.



Llevamos un trimestre algo movido. Mucho médico, algo de hospital y bastante inquietud familiar que, por suerte, parece que quedará en poca cosa. Así que, tocando madera y desde la prudencia, cojo algo de aire, respiro y me siento más tranquilo para poder volver a escribir. 


Hace un par de meses que empecé a encarar el fin de una década.