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Uno de mis platos más aclamados, o familiarmente más aceptados (si rebajamos un poco el autobombo del verbo aclamar), es uno que hago con carrillera de ternera.


El camino que lleva a nuestro habitual retiro espiritual en tierras Castelllanas suele ser objeto de un trascendental proceso de toma de decisiones que cada año nos tortura de mala manera: ir por Logroño o ir por Soria.
Dicho de otra manera, en términos enológicos, ruta Rioja o ruta Ribera del Duero.
Es una verdad como un templo que cuando era pequeño, y no tan pequeño, yo no era de muy buen comer.

Aunque me duela aceptarlo, era lo que en catalán llamamos un “llepafils”, que traducido literalmente sería un “lame hilos”, y que viene a significar algo así como un “tiquismiquis de la comida”.
Interrumpo la serie de relatos de cocina de cuchara para hablar, antes de que acabe el verano, de la terraza que tiene el universo Hofmann en el Born, a pocos metros de su pastelería.
En mi sufrida vida como aficionado a la cocina, he intentado hacer pasta fresca en casa un par o tres de veces, con un éxito más bien cuestionable. 
Cuando era muy pequeñín, mi madre, que hoy cumple años, preparaba un arroz que movía montañas. Llevaba butifarra troceada, sepia, gambas, judías verdes, un sofrito clásico con tomate y diría que no mucha cosa más. Le quedaba meloso, nada seco, el grano estaba entero, redondo y sabroso. Nunca se le pasaba y siempre, absolutamente siempre, clavaba el punto de sal. 
Long, long time ago, en una reunión de trabajo donde discutíamos sobre diferentes soluciones para la cimentación de un puente, al ver que volvíamos a la solución inicial de la que habíamos partido, alguien soltó algo así como:

"Donarem la volta al món, i tornarem a Camprodón"
De los ratos que pasamos con Alejandro y Dani en su visita a Barcelona, me quedaba hablar del Suculent.

Breve entrada sin prácticamente fotos para una recomendación tan brutal como el rato que pasamos en el Bar del mismo nombre.

En el Bar Brutal, de la mano del distribuidor Can Cisa, hay vinos ecológicos para parar un tren, comida muy italiana de una calidad excepcional y un ambientazo que no veas.

 


Para el recuerdo quedará el parmesano con miel trufada, la burrata con salmón, la tremenda porchetta al horno y un buen número de vinos naturales a cual más sorprendente.






Un gran descubrimiento de la mano de Daniel Ochoa y Alejandro Fadón, dos de mis admirados cocineros de Montia, con quienes tuvimos el gusto de pasar un muy buen rato. Que unos monstruos como ellos aguanten a un gatrofanático como yo durante dos noches seguidas, merece más reconocimiento que la estrella Michelin que acaban de ganar. Y es que yo... ¡¡¡ yo ya lo dije!!!
Enhorabuena de todo corazón.

Disfruté como un enano.

Bar Brutal
Carrer Barra de Ferro, 1.
Barcelona
932954797
Cancisa.cat
Abre los lunes noche.
A pesar de que los meses pasan y de que esta noche ya nos han cambiado el horario al de invierno (esa sabia decisión de que a las tres de la madrugada pasan a ser las dos y con ello a media tarde ya no hay sol), en Barcelona sigue pegando un calor de mil demonios. Uno no se hace a la idea de que el verano se fue el mes pasado y todavía tiene prontos repentinos de querer ir a la playa.
Antes que nada, sentemos las bases: 

" Yakitori (焼き鳥, やきとり , lit. pájaro asado a la parrilla), es un tipo de brocheta de pollo japonesa, también conocida como kushiyaki (串焼、くしやき), lit. brocheta de pollo. "


Analizado pues el golpe de efecto snob que le dan las letras chinas a mi blog (reconozco que un detalle de calidad de vez en cuando no le viene mal del todo) y la traducción al japonés que hace la wikipedia de una brocheta de pollo, podemos ya atacar con tranquilidad la crónica de la visita al restaurante de Alberto Chicote en Madrid. 

La verdad es que después de tanto verlo en la tele, uno tenía ganas de ver qué salía de los fogones de este simpático cocinero. Su restaurante se basa en una propuesta muy marcada: brochetas, alias yakitoris, que se adaptan a platos de la gastronomía española. De ahí lo de "toro".

El sitio es chulo, grande, muy luminoso, con unas mesas alargadas, rollo taverna, colocadas radialmente desde el centro del local, que es donde se ubican, a la vista del comensal,  las parrillas con las que asan un buen número de las brochetas.


Quizás la única pega de esta disposición es el calor que pega en el sitio más cercano a las brasas centrales que, claro está, es el mejor para que cotillas como un servidor puedan meter la cabeza y husmear entre los fogones. Pero, maldita sea la hora, como en esta vida no se puede tener todo, el calor venció y tuvimos que movernos un par de sitios.

Es curioso porque no me eché una foto con Alberto, que corría por ahí. Me da la sensación que estoy perdiendo fuelle, y no me gusta. Mira que fui capaz hace un año y medio de acercarme a Portal de l'Àngel a que me firmara su libro y no entiendo porqué aquí no tuve uno de mis ataques de hooliganismo gastronómico y me eché encima (ver mi post de los Roca). Me estaré haciendo mayor...

No puedo decir otra cosa que disfruté mucho de la comida y, sobretodo, ver a Chicote moverse por allí. 

Comimos un poco de todo. Tomamos agua,  pese a haber una carta de cervezas muy interesante. 

Yakitori de pollo al ajillo. El mejor. Muy, muy, pero que muy bueno. Bocado memorable.
Yakitori de pintada. Muy rica también. Empezamos tan bien con estos dos, que nos quedamos con la inquietud de lo que nos depararían el resto de pinchos.



Espeto de sardinas. Bueno de sabor, pero la verdad es que cuando lo pedí no tenía en mente encontrarme con el bicho entero. No sé el porqué, pero esperaba un espeto malagueño con sus sardinillas pinchadas en un palo.



Yakitori de albóndigas. Muy sabrosas, con esa salsa que las envolvía para mojar pan...


Yakitori de wagyu, solo con sal maldon. Buena. Esta carne no tiene desperdicio.


Ensalada de tomate y melocotones. Muy fresca. Una agradable sorpresa que entró por la puerta grande después de una mañana se mucho calor. 

Arroz blanco con sabores de oriente. Muy bueno también.

Postres: Churros con chocolate, que a mi no me entusiasmaron y sí lo hicieron a mi mujer y Crumble de manzana, que a mi sí me gusto, pero no entusiasmo a mi mujer. Contra gustos...



La propuesta es asequible. No tengo la cuenta a mano, pero rondó los 50 euros con agua.

És uno de estos sitios donde hay que ir.
Y si se vive en Madrid más todavía !!!

Restaurante Yakitoro by Chicote
Calle Reina 41.
Madrid
91.737.14.41




Visitamos Pamplona unos días antes de que acabara 2013 y ayer por la tarde, al ver las imágenes del chupinazo en la plaza del ayuntamiento, reviví mentalmente nuestro bonito viaje relámpago a la ciudad de los encierros.
Lo sé y lo siento.
El título de la entrada tiene una maligna lectura que roza casi la mala educación,  pero es que no lo he podido evitar.

Hace ya un par de meses que visitė el Pepito con mi amigo Albert.
Hacía años que quería pisar el Tapas 24 de Carles Abellan y nunca había acabado de encontrar ni el momento ni la excusa. Y no será por no haber pasado mil veces por delante.

Este es un post escrito con las dos manos, casi dos meses después de unas vacaciones algo accidentadas. El contexto es rápido y la secuencia igualmente fugaz: tercer día de vacaciones en Zamora, caída tonta - tortazo con cierta gracia - brazo derecho roto para todo el verano.

Fin de vacaciones y vuelta a casa. Oh que horror.
Este verano ha sido muy entretenido, extremadamente goloso y también algo accidentado, digno de contar. Sin duda, el relato de mis periplos estivales vendrá pronto, pero antes tenía pendiente dedicarle unas líneas a este gran sitio de tapeo y sería injusto demorarlo más.

Es la segunda vez que escribo sobre el Cafe Emma, el bistrot francés de la calle Pau Claris, y lo vuelvo a hacer básicamente por el alto grado de satisfacción que tenemos al salir del restaurante.
Título de post con doble sentido.
Para mi hablar de Cadaqués es hablar de Susana.