El fin de semana pasado fue sin duda uno de los mejores del año.
Salimos los cuatro el viernes tarde hacia La Garrotxa y no volvimos hasta el domingo noche, agotados y felices.


Aunque no cambie por nada del mundo a los dos maravillosos monstruos que tengo por hijas, reconozco que la paternidad, la concilación laboral, la compra, las lavadoras y el intentar recoger la casa para que no parezca un chiquipark en horas bajas, nos están dejando poco margen para respirar si no es para ir a la cama a dormir.

A partir de los 40, empieza la decadencia.


Si algún recuerdo bueno me quedará de la pandemia, será el de cuando cargaba a mi hija mayor al coche e íbamos a buscar la cena al Bardeni. 


Yo soy de los que les gusta hablar, no en vano tengo un blog.



Como algunos de ustedes ya sabrán, mi nombre es Josep Roca.