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El día que decidimos que había llegado la hora de plantear una ampliación familiar, el que aquí escribe ya era consciente de que, llegado el momento, nuestros periplos gastronómicos sufrirían una radical desaceleración. Dicho de otro modo, que esto de comer fuera de casa se iba a acabar.


Lo reconozco.
Yo siempre había sido de esos que decían que casarse es una de esas cosas de la vida que no hacen falta para nada.

Y, de hecho, sigo pensando firmemente que no hay compromiso que valga en una relación, si ésta se ve condicionada a pasar por un altar.

Pero lo que sí es verdad es que, a medida que pasa el tiempo, cada vez tengo más claro que las cosas buenas deben ser celebradas. Y con eso no quiero decir que haga falta montar una fiesta todos los días, pero sí exprimir los buenos momentos para darles la importancia que se merecen. Al final, la felicidad no deja de ser una recopilación de pequeños instantes pasados y expectativas que no sabes si se cumplirán. El presente, como dice la propia palabra, es un regalo y no disfrutar de las cosas buenas que tenemos en cada momento sería una lástima.

El caso es que, después de nueve años juntos, Susana y yo pensamos que era un buen momento para reunir a las personas más próximas y celebrar que nos queríamos. Así que decidimos que nos casábamos y en poco más de tres meses íbamos de boda. De la nuestra.

Detalles organizativos a parte, dado que una de nuestras principales aficiones de hoy por hoy gira alrededor de las buenas mesas, queríamos que la celebración de este día reflejara un poco lo que nos gusta encontrar cuando salimos a comer fuera de casa.
Y, sin dudar demasiado, fuimos a buscar a Jó Baixas.

El Follia es una preciosa masía de San Joan Despí puesta al día, en la que ya habíamos estado hace unos años en su versión "Follia de pot", que es la parte del restaurante ubicada en la bodega, donde se sirven tapas y raciones. Pero lo cierto es que nos faltaba visitar el restaurante de carta, que se acomoda en un precioso comedor que da al huerto.
Así que, previa conversa con Jó, un día fuimos a comer.


Para mi hay una manera muy fácil de explicar la cocina del Follia y es definiendo al cocinero: Jó es un goloso sin complejos. Sirve aquello que le gusta, y esto hace que sea muy difícil encontrar un plato en la carta que no te apetezca probar. Cuando te explica un plato, ves perfectamente en su cara que se sacaría la chaquetilla y se lo comería él.

Ese día comimos como unos señores y, disfrutamos tanto, que cualquier expectativa quedó en nada. No hubo plato que no nos gustara.

Todo empezó, que dice aquel, con los aperitivos de la casa: un mojito sólido y una crema de tupinambo con un tartar.





"Primeros para compartir": A parte de un montón de primeros para escoger, se puede escoger esta opción dónde sirven cuatro raciones que va cambiando según temporada. No sé cual nos gustó más.
Salmón marinado con wasabi y salteado de alcachofas-ajos tiernos-gambas.

Morro de cerdo con trompetas.

Curioso tartar de verduras del huerto, al estilo de un steak tartar

De segundo quisimos probar carnes.

Presa Ibérica muy sabrosa.

Solomillo con romero. TREMENDO PRODUCTO con un gracioso toque del Romero

Prepostre y postres estupendos: caqui con yogur y chocolate en texturas.





A parte de la carta, Jó tiene un menú de temporada muy interesante y otro degustación especial que llama "Follia al revés", donde la comida no es lo que parece y se empieza a comer por los postres y se acaba por el aperitivo. Este menú de trampantojos, palabra usada hoy en todos los programas de la tele, no lo hemos hecho (todavía).


En cuanto a nuestro enlace, todo fue excelente.
Optamos por un menú con una serie de aperitivos que tomamos en el huerto y, ya en el comedor, hicimos tres primeros del estilo de las raciones para compartir y, como no podía ser de otro modo, el solomillo al romero.
Curiosidades de la vida, Jó hace un prepostre de piña colada similar a uno que hago yo en casa con espuma de coco y piña. Una conexión gastronómica que no podíamos pasar por alto.







Pienso que el Follia es un gran restaurante llevado por un cocinero muy humilde, goloso como él solo y al que vale la pena visitar.

Y en cuanto a casarse... es una experiencia estupenda que recomiendo encarecidamente.
Celebrar las cosas buenas es de lo mejor que se puede hacer en la vida.
Gracias a todos por formar parte de ella.


Y casi me olvido.

¡Viva el cocinero del Follia!

Follia
Carrer de la Creu d'en Muntaner, 17
Sant Joan Despí, Barcelona
934 77 10 50
follia.com

Interrumpo la serie de relatos de cocina de cuchara para hablar, antes de que acabe el verano, de la terraza que tiene el universo Hofmann en el Born, a pocos metros de su pastelería.
Visitamos Pamplona unos días antes de que acabara 2013 y ayer por la tarde, al ver las imágenes del chupinazo en la plaza del ayuntamiento, reviví mentalmente nuestro bonito viaje relámpago a la ciudad de los encierros.
Hacía años que quería pisar el Tapas 24 de Carles Abellan y nunca había acabado de encontrar ni el momento ni la excusa. Y no será por no haber pasado mil veces por delante.

Este es un post escrito con las dos manos, casi dos meses después de unas vacaciones algo accidentadas. El contexto es rápido y la secuencia igualmente fugaz: tercer día de vacaciones en Zamora, caída tonta - tortazo con cierta gracia - brazo derecho roto para todo el verano.

Fin de vacaciones y vuelta a casa. Oh que horror.
Este verano ha sido muy entretenido, extremadamente goloso y también algo accidentado, digno de contar. Sin duda, el relato de mis periplos estivales vendrá pronto, pero antes tenía pendiente dedicarle unas líneas a este gran sitio de tapeo y sería injusto demorarlo más.

Un año más, con la llegada del verano, un buen número de hoteles de Barcelona ofrecen pasar el atardecer en sus terrazas para tomar un aperitivo basado en la cerveza Estrella Damm Inedit.
Hace ya más de un año que sacamos la cabeza por el 41 Grados, la coctelería que los hermanos Adrià tienen justo al lado de su restaurante Tickets, en el Paral·lel Barcelonés.
Antes de empezar, avanzo que esta crónica me resulta complicada.
De entrada, el nombre del sitio, Fastvínic, se me contradice. Por un lado, el sitio ciertamente va de vinos, pero por otro, el amplio surtido de caldos y bocadillos de alta gama hacen complicado que uno tenga la tentación de degustar todo lo que el cuerpo pueda, con la tranquilidad que eso merece.

La mecánica del lugar quiere asemejarse a un restaurante de comida rápida: pagas en un mostrador, te sirven el pedido envasado en papel y, antes de acomodarte en la espartana sala, te sirves tu mismo el vino expuesto en unas neveras dispensadoras que funcionan introduciendo una targeta prepago.

He ido varias veces y en algunos casos he consumido más copas de vino que comida  y en otros al revés. Salvo una hamburguesa de lentejas que no me acabó de convencer, el resto que he probado merecen destacada mención.

- Bocadillo de pavo 6.75€
- Bikini con rúcula y tomate 4.50€
- Bocadillo de perdiz a la vinagreta 9.50€
- Bocadillo de trucha 7.40€

- Bocadillo de bacalao a la llauna 6.90€ (foto de cabecera)

- El Odysseus 2011. Riquísimo (no recuerdo el precio por copa)

Desde los espartanos muebles hasta las copas Riedel, todo lo que hay en este sitio es de máxima calidad.
Informal, gracioso y rico, tanto en comida como en vinos.
De visita recomendable.

Fastvinic
Diputació 249



Este post podría empezar como un bando a la antigua usanza:

Se hace saber que desde el 8 de mayo hasta el 22 de junio una serie de hoteles de cierta entidad de la Ciudad Condal ponen su terraza a disposición del pueblo llano para tomar un aperitivo de media tarde. Tal tentempié estará compuesto por tres tapas, variables según el lugar, y una botella de cerveza Estrella Damm Inedit, cerveza ideada hace unos años por el equipo de ElBulli. Todo ello por el razonable (o no) precio de 20 euros.

Con esta excusa, ayer compartí una agradable velada en la terraza del Hotel Mandarín Oriental.
El sitio en si se sitúa en un clásico patio interior del Paseo de Gracia que, a pesar de estar confinado entre edificios del eixample barcelonés, se viste con arboles, vegetación y un mobiliario de jardín que le propicia un cierto encanto a resort de verano.

Las tres tapas no estaban del todo mal, si bien tampoco eran nada del otro mundo: tortilla de patatas con pan con tomate, mini calzone de carne i coca con pimiento y sardinas. Respecto a la cerveza, yo la encuentro muy curiosa: ligera, fresca y quizás un pelo demasiado dulzona.

La oferta es graciosa y sirve como excusa para sacar la cabeza por terrazas de hoteles que, sin esta iniciativa, un servidor difícilmente pisaría. Habrá que probar alguno más.

Otros hoteles interesantes de la promoción:
http://www.mongastronauta.com/

Sobre Inedit: http://www.estrelladamminedit.com/

Mandarin Oriental
Passeig de Gracia 38.