Vuelve Carolina de Quique Dacosta, Groucho y mi reconciliación con la cocina viajera


Vale, he empezado mal.
Vaya por delante que no tengo nada en contra de ningún tipo de cocina y mucho menos que la reconciliación que titula este blog venga para enmendar ninguna trifulca internacional.

Lo que pasa, o pasó, durante estos meses de junio-julio, con la celebración de varios cumpleaños y la alta cocina casera de aquí que hicimos en casa (autobombo gratuito innecesario, sí, lo sé), reflexionamos profundamente sobre la cantidad de platos tremendamente ricos que se pueden hacer sin pasar por sishos, daikons, citronelas, misos, ajís, kimchis, patchois, dashis, currys, moles, tahinis, srirachas, dumplings, gyozas y/o baos rellenos de todo lo anterior o de cualquier otra cosa que se les pueda meter dentro.

En ese momento de máxima inspiración post-comilona, un poco y sin quererlo, porque vaya por delante que a nadie le gusta criticar, despellejamos de esta corriente tan actual, mal llamada cocina viajera, que hace que uno se encuentre tantas cosas foráneas metidas con calzador y de cualquier manera en el plato que tiene delante. En resumen, lo que vine yo a decir es que, en ese momento, me encontraba saturado de tanto exotismo sin razón y llegué a la conclusión que ese tipo de cocina, pues no era para mi. 
Y tan pancho me quedé.

Pues bien. Algo menos de diez días después de esta magna declaración de principios, y haciendo alarde de un alto grado de integridad y coherencia en el discurso, cuando escogimos restaurante en el que hacer un alto en el trayecto hacia Denia, decidimos reservar en el restaurante de Quique Dacosta en Valencia cuyo lema reza "un viaje gastronómico por las tendencias del mundo". 

"Estos son mis principios. 
Si no le gustan tengo otros"
Groucho Marx

Y, como diez días antes, haciendo honor al señor Marx,  tan pancho me volví a quedar.

La cierto es que todo tiene más coherencia de la que, en virtud del humor, me esfuerzo en aparentar no tener. Escogimos Vuelve Carolina porque queríamos probar la cocina de Quique Dacosta y al hacer la elección entre sus restaurantes de Valencia nos pareció que viajando con las niñas, éste era el restaurante que por su local y su carta nos daría más juego y podríamos estar más a gusto.

Cuba libre de foie, plato histórico de Quique Dacosta realmente muy bueno.

Yogur y violetas, otro postre icónico muy logrado.

Vuelve Carolina, cuyo nombre me parece bello y cautivador, está en el centro de Valencia, justo al lado del restaurante El Poblet, biestrellado Michelin del mismo cocinero. El local es moderno, con un interiorismo algo ecléctico, con plantas, paredes de madera que combinan con tonos dorados, mesas con y sin mantel, sillas muy cómodas y una amplia barra también para comer con cócteles de autor. La música quizás sonaba algo alta, pero tenía tal ambiente que me recordó algo al BIBO de Dani García de Madrid y solo por el buen rollo que transmitía, sin duda, si viviera en Valencia, sería un sitio que seguramente frecuentaría para salir a cenar o de fiesta con amigos.


Pero ni vivo en Valencia, ni fui a cenar con amigos, sino con dos niñas hartas de un viaje de más de tres horas en coche y la experiencia fue perfecta. Nos atendieron con un gusto excepcional, tomamos un par de cócteles y, cómo se intuye en el título del blog, comimos platos excelentes de aquí y de allí y, también, una paella valenciana memorable.

Patata suflé con huevo dentro, recordando al del Sagartoki de Vitoria

Surtido de panes, algunos viajeros, con mantequilla ahumada.

Pizza crujiente con carpaccio de atún y vinagreta de sishos. Sí, efectivamente ahí estaban los sishos, pero perfectamente dónde tenían que estar. Un plato excelente.

Dumplings de gambas, salsa americana y fideos de calamar.  Mi hija de tres años devoró sin piedad esos tallarines de calamares.

La paella valenciana excelente, impecable y memorable.

Su versión del Pantera Rosa, que personalmente me pareció un muy buen postre, alejado de la empalagosidad del pastelito que tenía en mi memoria.

Al terminar, sentado feliz con mi familia en Valencia, reconocí que debía rectificar en mi sesgada visión de la cocina viajera y dar la oportunidad a pensar que todo usado en su justa medida puede tener su lugar. Sitios, como Vuelve Carolina, merecen ser mencionados por molones, por su gran servicio de sala, por su ambiente agradable y por pensar una carta para gustar y hacer que la gente se lo pase bien.

Solo por estos principios, Groucho mediante, vale la pena visitarlos.




Vuelve Carolina
C/ de Correus, 8, 46002 València, Valencia
https://vuelvecarolina.com/