Lo sé y lo siento.
El título de la entrada tiene una maligna lectura que roza casi la mala educación,  pero es que no lo he podido evitar.

Hace ya un par de meses que visitė el Pepito con mi amigo Albert.

Tal y como twitteé, si es que algún día la Real Academia acepta tal palabro, el domingo pasado tuve el gusto de presenciar un taller de arroces en el espacio gastronómico BCNKITCHEN.

Escondido en el Passatge de la Concepció, pegado al restaurante Bocagrande, se encuentra el Bocachica.
Con la luz muy medida y la decoración muy cuidada, este bonito sitio de copas mezcla muy acertadamente lo clásico con lo moderno, recreando un ambiente casi de cabaret. Se entra por una pequeña puerta al lado del restaurante, que casi casi parece una entrada clandestina, y para acceder vale la pena descartar el ascensor y subir por unas estrechas escaleras llenas de fotos, entre otros curiosos elementos decorativos. Tienen varios pisos, terraza en la planta superior y, a pesar de ello, no cabe mucha gente.

No pude tomar ninguna foto. La intensidad de la luz y las limitaciones de mi teléfono lo impidieron, así que las he tomado prestadas de su página web.

El cóctel sin alcohol va a 10 euros y con alcohol a 15. También dan cenas.

El sitio mola mucho. Hay que visitarlo.

Bocachica
Passatge de la Concepció 12. Barcelona.
http://www.bocagrande.cat

Tal cual suena. PASTELERÍA en mayúsculas. 
La Pastisseria es la pastelería que hay en la calle Aragón con Enric Granados al lado de la plaza Letamendi.
Quedan pocas horas para dejar atrás este año acabado en el número terrible de la mala suerte, así que aprovecho para desearos mis mejores deseos para este 2014 que ya está llamando a la puerta.
Hacía años que quería pisar el Tapas 24 de Carles Abellan y nunca había acabado de encontrar ni el momento ni la excusa. Y no será por no haber pasado mil veces por delante.
Cosas de la vida, mi mujer tiene un primo cocinero.

Consulto el post que escribí en su día, la primera vez que nos dio de comer, y me doy cuenta de que el tiempo vuela y de que ya hace tres años que fuimos a ver lo que se traía entre fogones.

Este es un post escrito con las dos manos, casi dos meses después de unas vacaciones algo accidentadas. El contexto es rápido y la secuencia igualmente fugaz: tercer día de vacaciones en Zamora, caída tonta - tortazo con cierta gracia - brazo derecho roto para todo el verano.

Fin de vacaciones y vuelta a casa. Oh que horror.
Este verano ha sido muy entretenido, extremadamente goloso y también algo accidentado, digno de contar. Sin duda, el relato de mis periplos estivales vendrá pronto, pero antes tenía pendiente dedicarle unas líneas a este gran sitio de tapeo y sería injusto demorarlo más.

El pasado mayo (voy un poco tarde, lo sé) estuvimos de fin de semana largo en París, de visita a Alejandro y Alba, dos de nuestros amigos distribuidos por mundo.
Es la segunda vez que escribo sobre el Cafe Emma, el bistrot francés de la calle Pau Claris, y lo vuelvo a hacer básicamente por el alto grado de satisfacción que tenemos al salir del restaurante.
Un año más, con la llegada del verano, un buen número de hoteles de Barcelona ofrecen pasar el atardecer en sus terrazas para tomar un aperitivo basado en la cerveza Estrella Damm Inedit.
Fermí Puig, el radiofónico cocinero que hace unos años dejó la cocina del mítico Drolma del Hotel Majéstic, ha abierto un restaurante con su nombre en la calle Balmes, justo encima de la Diagonal.
Me llamo Josep Roca.
El Roca no viene de Girona, sino de Murcia, así que, aunque en catalán suele leerse con la o "abierta", aquella que tanto nos caracteriza, seguramente debería cerrarse. No lo sé.