El pasado mayo (voy un poco tarde, lo sé) estuvimos de fin de semana largo en París, de visita a Alejandro y Alba, dos de nuestros amigos distribuidos por mundo.
Es la segunda vez que escribo sobre el Cafe Emma, el bistrot francés de la calle Pau Claris, y lo vuelvo a hacer básicamente por el alto grado de satisfacción que tenemos al salir del restaurante.
Un año más, con la llegada del verano, un buen número de hoteles de Barcelona ofrecen pasar el atardecer en sus terrazas para tomar un aperitivo basado en la cerveza Estrella Damm Inedit.
Fermí Puig, el radiofónico cocinero que hace unos años dejó la cocina del mítico Drolma del Hotel Majéstic, ha abierto un restaurante con su nombre en la calle Balmes, justo encima de la Diagonal.
Me llamo Josep Roca.
El Roca no viene de Girona, sino de Murcia, así que, aunque en catalán suele leerse con la o "abierta", aquella que tanto nos caracteriza, seguramente debería cerrarse. No lo sé.
Breve entrada de Tudela.
Paramos una noche de camino a Zamora y prácticamente no hicimos nada más que dormir, desayunar, dar una vuelta y ver al rey de la foto que tenía tanto frío cómo nosotros (ver su nariz).
Sin duda alguna, si algún aliado tengo en mi familia política ese es mi cuñado Fernando.
Tal es así, que Sus Majestades Los Reyes Magos de Oriente lo saben y este año decidieron regalarnos conjuntamente un curso práctico de GinTónics, el cóctel de referencia en nuestras conjuntas celebraciones.
El lugar de tal magno evento fue la coctelería La Torre Rosa.
Hace poco más de un año, tras nuestra estancia en Donosti, escribí que con 15 minutos de pinchos al día la vida tendría otro color.
Estimados lectores,
Ante todo, y después de la cuesta de enero, FELIZ 2013.
Lleva ya desde febrero de este año en extinción y no le queda mucho más tiempo en Barcelona. La exposición sobre Ferran Adrià i El Bulli, que se puede ver en el Palau Robert, se despedirá el 3 de febrero del 2013 después de un año entero y no se cuantos miles de visitantes.

Hace ya más de un año que sacamos la cabeza por el 41 Grados, la coctelería que los hermanos Adrià tienen justo al lado de su restaurante Tickets, en el Paral·lel Barcelonés.
Un poco apartado de Barcelona, en el pequeño pueblo de Sagàs, se encuentra el hotel rural Els Casals. Había leído sobre su estrellado restaurante y me había llegado de oídas que se comía de maravilla, así que aprovechando que estábamos por el Berguedà, nos acercamos.

La semana pasada fuimos a cenar a un restaurante donde nos trataron francamente mal.
No cenamos mal del todo, pero fueron tan expresamente antipáticos que el cuerpo me pedía una crónica explicativa de los motivos por los cuales debería evitarse a toda costa el lugar.

El hecho es que no es mi estilo hablar mal de nadie y el objetivo de este blog debe ser compartir la buena gastronomía y no aquella que de pie al despotrique fácil y gratuito, por mucho que se hayan hecho méritos para ello. Por algo el blog se llama El Morro Fino.
Por eso mismo, y por coherencia con esta reflexión, he retirado de los anteriores artículos alguna que otra referencia de sitios a evitar. Lo dijo Ferran Adrià en su entrevista a la carta: no hay que hablar mal de lo sitios y yo no voy a ser menos: hablaré bien de lo que me gusta, y lo que no me gusta, no tendrá lugar aquí.

Y de quien sí hay que hablar es de la coctelería GIMLET de Javier de las Muelas, que visitamos tras salir de cenar del sitio en cuestión.
Ya había estado ahí en alguna ocasión y la verdad es que hay una enorme barra al fondo que es ideal para ir con un grupo de gente: estás en taburetes, ves cómo preparan los cócteles y no molestas a (casi) nadie. También hay mesas y diría que hasta se puede cenar.
Recomiendo el FOX, una versión helada/granizada del Gimlet, un cóctel muy dulce de dos partes de ginebra por una de jarabe de lima.

Y si no, para los más James Bond, siempre está el Dry Martini.



Entre 11 y 12 euros por cóctel, más que razonable.
Hay que ir alguna vez.

Gimlet
Santaló, 6
Barcelona
93.201.53.06
http://www.gimletbcn.com


Título de post con doble sentido.
Para mi hablar de Cadaqués es hablar de Susana.
Antes de empezar, avanzo que esta crónica me resulta complicada.
De entrada, el nombre del sitio, Fastvínic, se me contradice. Por un lado, el sitio ciertamente va de vinos, pero por otro, el amplio surtido de caldos y bocadillos de alta gama hacen complicado que uno tenga la tentación de degustar todo lo que el cuerpo pueda, con la tranquilidad que eso merece.

La mecánica del lugar quiere asemejarse a un restaurante de comida rápida: pagas en un mostrador, te sirven el pedido envasado en papel y, antes de acomodarte en la espartana sala, te sirves tu mismo el vino expuesto en unas neveras dispensadoras que funcionan introduciendo una targeta prepago.

He ido varias veces y en algunos casos he consumido más copas de vino que comida  y en otros al revés. Salvo una hamburguesa de lentejas que no me acabó de convencer, el resto que he probado merecen destacada mención.

- Bocadillo de pavo 6.75€
- Bikini con rúcula y tomate 4.50€
- Bocadillo de perdiz a la vinagreta 9.50€
- Bocadillo de trucha 7.40€

- Bocadillo de bacalao a la llauna 6.90€ (foto de cabecera)

- El Odysseus 2011. Riquísimo (no recuerdo el precio por copa)

Desde los espartanos muebles hasta las copas Riedel, todo lo que hay en este sitio es de máxima calidad.
Informal, gracioso y rico, tanto en comida como en vinos.
De visita recomendable.

Fastvinic
Diputació 249