Lleva ya desde febrero de este año en extinción y no le queda mucho más tiempo en Barcelona. La exposición sobre Ferran Adrià i El Bulli, que se puede ver en el Palau Robert, se despedirá el 3 de febrero del 2013 después de un año entero y no se cuantos miles de visitantes.
Yo me di una vuelta por allí, hará ya unos meses, un día que llovía. Paseando por sus pasillos, todavía se me ponían los pelos de punta al recordar cómo se me aceleró el corazón el día que supe que tendría la oportunidad de visitar El Bulli. Recuerdo todavía los nervios al recorrer la carretera que va a Cala Montjoi mientras atardecía, esperando que tras una de las curvas apareciera de golpe el conocido edificio blanco...
La exposición retrata toda el evolución del restaurante, desde sus inicios como chiringuito hasta la conversión al templo gastronómico por excelencia y su futura fundación. Para ello, se disponen documentos, fotos, proyecciones, vajillas, explicaciones de las técnicas desarrolladas por Ferran y su equipo... todo muy ameno y muy bien ordenado. Ideal para hacerse una idea y comprender por qué Ferran y el Bulli son hoy por hoy quienes son.
Particularmente, me gustó mucho una de las salas dónde se recrea en tiempo real un servicio de cena mediante proyecciones sobre el mobiliario original allí expuesto. Es casi cómo si estuvieras allí.
Ciertamente, recordaré mi visita a El Bulli como una de la experiencias de mi vida. Hay un "antes" mientras intentas desesperadamente que acepten tu petición, un "durante" mientras estás allí y mantienes todos tus sentidos en alerta para escanear todo lo que pasa y un "después", el nostálgico recuerdo, que sin duda es lo mejor.
Probablemente aprovecharé estas navidades para volver a sacar la cabeza por allí.
Evocar a lo bueno nunca está de más.
Vale la pena darse una vuelta.
Ferran Adrià i El Bulli, Risc, Llibertat i Creativitat.
Palau Robert. Sala 3.
Passeig de Gràcia, 107. Barcelona
93 238 80 91 / 92 / 93
Lunes a sábado 10-20h y festivos 10-14.30h
Hasta el 3 de febrero de 2013.
Entrada sin coste.
Recomendación para los que no adoran las multitudes: al mediodía no cierran.
